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Foto del escritorDanilo Carrillo

La Legalidad como Herramienta de Opresión

Continuo con mis reflexiones en "La Etica del Mal"

Venezuela atraviesa por una grave crisis de masivas violaciones de derechos humanos

A lo largo de la historia, hemos visto cómo la legalidad puede convertirse en un instrumento de opresión cuidadosamente diseñado para perpetuar el poder. Regímenes totalitarios —y hasta democracias robustas que flirtean con tácticas represivas— han sabido manipular el sistema legal para justificar medidas que, bajo el pretexto de buscar el bien común, consolidan una hegemonía que sofoca la libertad y la verdad. Tal como lo señala Michel Foucault en Vigilar y castigar, estas dinámicas no procuran justicia auténtica, sino que establecen relaciones de poder asimétricas que se sirven del aparato legal para silenciar la disidencia y perpetuar la injusticia.


Las secuelas de este fenómeno se observan en episodios tan sombríos como el apartheid sudafricano o los juicios de Moscú de la era estalinista. En ambos casos, la norma jurídica se transformó en un arma que legitimó el abuso, camuflando la represión bajo un velo de “justicia revolucionaria” o “protección social”. Esto no sólo somete a los opositores, sino que reescribe la moral colectiva con el fin de controlar la conciencia y la conducta ciudadana.

En Venezuela, el chavismo retoma estas estrategias al ensamblar socialismo del siglo XXI, populismo y nacionalismo bolivariano en una narrativa que promete justicia social y empoderamiento popular. Sin embargo, en la práctica, criminaliza toda forma de resistencia, confunde opositores con enemigos del pueblo y concentra el poder estatal en una estructura que aplasta la ética y la libertad. Mediante símbolos emocionales y urgencias cuidadosamente orquestadas, el régimen penetra en la psique ciudadana, redefiniendo lo que es correcto o incorrecto para legitimar su permanencia.


Este proceso manipula la historia, instala un discurso maniqueo y crea enemigos ficticios para dividir a la sociedad en aliados y traidores. Entretanto, la prensa se ve sometida a censura, propaganda y persecución de voces críticas, de modo que se refuerza el aislamiento y la dependencia del Estado. Se trata, por tanto, de una estrategia completa: legalidad adulterada, manipulación simbólica y control informativo para coartar las libertades de una nación.


La Palabra como Contrapeso Eterno

Ante esta maquinaria de opresión, las Escrituras se alzan como un antídoto inquebrantable. Su autoridad no responde a intereses pasajeros, sino a la naturaleza santa y eterna de Dios. Su mensaje, encarnado en Cristo, denuncia todo sistema corrupto y, a la vez, propone una salida redentora: la restitución del ser humano a su diseño original, libre del pecado y la muerte. La cruz y la resurrección no son conceptos mitológicos, sino intervenciones reales en la historia que nos recuerdan el poder transformador de Dios.


Aquí se revela la tensión de la que habló Bonhoeffer: ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar por la verdad? Él mismo pudo haber escapado de la opresión nazi, sin embargo, regresó a Alemania para resistir el totalitarismo desde el epicentro del horror, sellando su testimonio con la sangre del martirio. Su ejemplo sacude nuestra conciencia y desata un dolor profundo: ¿quién entre nosotros se atrevería hoy a arriesgar tanto por la libertad de Venezuela? Sentimos un nudo en la garganta al reconocer que, quizá, no somos tan audaces. Pero ello no implica ser cristianos de segunda categoría; simplemente nos revela la enorme dimensión del compromiso al que somos llamados.


La Esperanza que Nos Quiebra y Nos Sana

Esta realidad genera un torbellino de emociones encontradas: tristeza al ver la devastación que oprime a nuestro pueblo y, a la vez, una ilusión inmensa al recordar que Dios sigue siendo soberano. Dios puede derribar cualquier estructura de terror; puede, en este preciso instante, acabar con el régimen que destruye Venezuela. Nuestro corazón se desgarra al ver el sufrimiento de millones, pero también late con fuerza al contemplar al Dios que, si quiere, puede traer liberación inmediata. Anhelamos ese día con fervor, aunque nos duela no saber cuándo sucederá. La fe cristiana se vuelve una fuente de esperanza encendida: no es una idea vaga, sino la certeza de que nuestro Creador y Redentor está presente y actúa, incluso en medio de la tiranía.


La Resistencia que Nace de la Fe

Entretanto, ¿qué podemos hacer nosotros? Tal vez no estamos listos para un sacrificio tan radical como el de Bonhoeffer; aun así, estamos llamados a una resistencia real y comprometida. La evangelización se alza como una fuerza poderosa que penetra mentes y corazones, y disipa la falsedad de la propaganda totalitaria. Al proclamar el evangelio en cada rincón, multiplicamos el mensaje de esperanza y denunciamos la injusticia. Así, el reino de Dios avanza en silencio, socavando las bases del odio y la tiranía.

Nuestra ética cristiana trasciende los gestos superficiales. No se limita a evitar pecados evidentes mientras albergamos en secreto orgullo, envidia o resentimiento. Es la vida entera puesta al servicio del bien: orar con pasión, esforzarnos por la verdad, confrontar el engaño, amar al necesitado y mostrar con hechos concretos la justicia y misericordia de Dios. Esta resistencia ética no consiste en alinearnos con un partido político, sino en levantar la voz del evangelio y vivir con integridad.


Errores del Pasado y Compromiso Presente

La historia venezolana reciente demuestra cómo ciertos líderes espirituales apoyaron al régimen, creyendo en promesas de renovación social que terminaron traicionadas por la corrupción. Lidiamos con el dolor y la vergüenza de ver que algunos aún se aferran a un gobierno decadente, forjando alianzas que contradicen el mensaje de Cristo. Sin embargo, también contemplamos con esperanza la voz de quienes exigen rectitud, denunciando los horrores de la opresión e invitando a volver a la verdad del evangelio.


Un Llamado Práctico: Poner Manos a la Obra

La pregunta inevitable es: ¿y ahora qué? Ante tanta desolación, podemos hacer mucho más de lo que creemos:

  1. Orar con fervor por la libertad de Venezuela, clamando hasta “sudar sangre”, como lo hizo Jesús (Lc 22:44).

  2. Evangelizar sin descanso, proclamando el nombre de Cristo en cada esquina, barrio o familia.

  3. Servir con amor y acción: si eres médico, ofrece tu talento a quienes sufren; si eres maestro, educa con pasión y siembra esperanza; si eres pastor, predica con valentía sin vender tu conciencia a ideologías.

  4. Promover la verdad en redes, conversaciones y espacios comunitarios, contrastando las mentiras del régimen con la luz del evangelio.

  5. Persistir en la esperanza, recordando que nuestro Dios es el Señor de la historia y Su Reino no será derrotado por ningún tirano.


Nada de esto es sencillo. La opresión causa miedo, cansancio, incluso desaliento. Pero la fe cristiana no se apoya en fuerzas humanas, sino en la gracia divina que renueva y sostiene. Nuestro compromiso, por muy limitado que parezca, se une al poder de un Dios que, en cualquier instante, puede trastocar todos los planes de la maldad.


Las lágrimas que corren hoy por las mejillas de millones de venezolanos son semillas que, con la ayuda del Señor, brotarán en una nueva cosecha de libertad. Cada oración, cada acto de servicio, cada palabra de esperanza, se convierte en un golpe al sistema de opresión. Y aunque a veces nos parezca que la noche se extiende, creemos con todo el corazón que Dios puede hacerlo: puede restaurar a un pueblo herido y hacer resplandecer la justicia donde hoy reina el horror.


Dios no nos pide una perfección inalcanzable, sino la entrega sincera del corazón y las manos dispuestas a servir. Puede que no estemos listos para la cruz de Bonhoeffer, pero sí para caminar con Cristo allí donde la esperanza es más necesaria. En esa perseverancia humilde y valiente, abrazamos la convicción de que, al final, la luz vence a las tinieblas y la verdad del Evangelio prevalecerá. ¡Sí, Dios puede! Y nuestra fe, plasmada en acciones concretas, confirma que también lo hará.


Su servidor Danilo Carrillo

Bibliografia recomendada

  • Bonhoeffer, D. (2008). Resistencia y sumisión. Ediciones Sígueme.

  • Foucault, M. (1975). Vigilar y castigar: Nacimiento de la prisión. Siglo XXI Editores.

  • Para un estudio histórico del apartheid en Sudáfrica y su marco legal, véase:

    • Thompson, L. (2014). A History of South Africa. Yale University Press.

  • Sobre la manipulación legal y los Juicios de Moscú, véase:

    • Conquest, R. (1990). The Great Terror: A Reassessment. Oxford University Press.

  • Para un análisis del chavismo y el socialismo del siglo XXI en Venezuela, véase:

    • Ellner, S. (2008). Rethinking Venezuelan Politics: Class, Conflict, and the Chávez Phenomenon. Lynne Rienner Publishers. 

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